Hay pocos sellos capaces, como Woodsist, de organizar un festival en un bosque. Es un simbolismo: la frugalidad psicodélica de sus artistas, de sus referencias, se conjuga con el tono inevitablemente artesanal de sus creaciones. White Fence, el proyecto en solitario de Tim Presley, se adapta como la espuma al espíritu Woodsist. Canciones totalmente caseras, garage y psicodelia, a ratos agresiva, a ratos folk. También es un artista anárquico, porque en Woodsist solo se alojan espíritus libres, y ha publicado dos discos de dieciséis canciones cada uno. A lo grande.
Family Perfume: el amor por el sonido casero
Que en realidad es a lo pequeño. No se puede tachar de megalomanía a Presley. Sus grabaciones lo impiden. Y hay que hablar de grabaciones porque no se puede definir de otro modo el sonido de White Fence. Es la auténtica baja fidelidad, el espíritu del amateurismo elevado a disco doble (dos discos que son uno) que suena a buhardilla o a sótano, pero nunca a estudio de grabación. Family Perfume (Vol. 1 y Vol.2), pese a su extensión, no es un disco grande. Más bien todo lo contrario.
Presley no es nuevo. Ha tocado tanto con Darker My Love como con The Strange Boys. El año pasado Woodsist, el sello discográfico creado por Jeremy Earl, líder espiritual de la banda que mejor conguja la psicodelia y el garage, acogió con entusiasmo …Is Growing Faith, que no fue el debut de White Fence pero sí su tarjeta de presentación. Y este año han repetido alianza: disco doble, editado en todos los formatos y, muy especialmente, en casette.
No es tan habitual que las bandas que pasan por Woodsist permanezcan. Woods sí, claro. Pero Thee Oh Sees, Vivian Girls o Crystal Stilts (si habéis escuchado a estos tres grupos ataréis cabos rápidamente) no. Llegaron, publicaron y se marcharon. Les une el mismo lenguaje: la baja fidelidad, la productividad explosiva, el sonido y la actitud de otra época. Al fin y al cabo no es tan habitual que las bandas, hoy en día, compartan splits y trabajen codo con codo.
De hecho, su reciente colaboración con Ty Segall es uno de los mejores discos del año por muchos motivos. El principal, la capacidad de Presley y Segall de limarse el uno al otro los defectos. Presley aportó a Hair los brillos de lo acústico y de la psicodelia campestre. Es el mismo argumento sobre el que desarrolla su extensa elegía en Family Perfume (treinta y dos canciones). A ratos le funciona y a ratos no, porque es inevitable que, a lo largo de tantos minutos, la cuerda se destense y el difícil e inestable equilibrio sobre el que se sostienen, tan livianas, desaparezca.
La influencia de los sesenta
Por eso es mejor entender Family Perfume, y al propio White Fence, en sus instantes y no en su conjunto. Presley dibuja tantas caras que, visto en conjunto, Family Perfume podría parecer una amorfa figura poliédrica. Es más interesante acudir a momentos puntuales. White Fence tiene mil y un aspectos diferentes pero no deberíamos dejarnos engañar: es un impostor. Al final todo se termina remontando a los años sesenta. ¿O no?
(sobre la influencia de los 60 en su música) Pienso que llegados a este punto es un cliché, porque todo el mundo lo hace. Pero luego lo hice yo también. Cuando lo escuchas lo primero que viene a tu mente es “es de esa época”, pero mi único problema al respecto es que nadie da la tabarra con el sonido de los ’80 o con el pop-punk de los noventa, como Wavves o cualquier otro. Nadie se pone a estudiar eso. Simplemente fastidian con los chicos de los sesenta.
O sea, que sí, los sesenta están ahí. Pero Presley se muestra molesto en esta entrevista para Ghotamist al respecto. Y en realidad es cierto. Todos los grupos de Captured Tracks provienen de los mismos lugares y las mismas referencias. Pero la crítica los acoge con entusiasmo y no recuerda constantemente que aquello ya se hizo. Se hace con el garage y, bueno, puede que sea injusto. Al fin y al cabo, tanto White Fence como los demás solo escriben canciones inspiradas en los grupos que siempre escucharon.
Es simplemente lo que me gusta y me viene de forma natural. No voy ahí fuera y digo, “tío, quiero empezar una puta banda mod del 65” o lo que sea. Es extraño porque cuando era un niño me gustaban Hendrix, los Doors y Nirvana. Solo es algo que parece haber estado siempre ahí. Y yo pienso que los noventa fueron unos sesenta extraños de algún modo, ¿sabes? Si piensas en ello.
Pero no hay mucho de los noventa en Family Perfume, más allá de conatos puntuales. Como es un disco tan inabarcable, en sus dos volúmenes, yo he optado por catalogar las canciones en dos clases: las que apuntalan el andamiaje y las que sirven de ornamento. En el primer grupo estarían, si nos referimos al Vol.1, ‘Swagger Vets & Double Moon’, ‘Long White Curtain’, ‘Down PNX’ o ‘Soaring, Daily Pique Number 2’.
Y en el segundo estarían todas aquellas canciones que, en vez de optar por el camino del garage inquietante, se pasan al terreno del folk. Y desde ahí construyen toda su parafernalia psicodélica. A White Fence le sientan mucho mejor las composiciones que le emparejan con Woods. Cuando suena campestre y acústico todo parece más natural. El folk puede ser lo-fi y sonar estupendo. El garage puede ser lo-fi y sonar endeble, sin cuerpo, sin energía. Es lo que les sucede a muchas canciones de Family Perfume y por las cuales termino saltando de alegato folk en alegato folk.
Hacia un horizonte acústico
A la cabeza de todas ellas está ‘It Will Never Be’, que por derecho propio puede ser una de las canciones más adictivas y adecuadas para este verano. Desde su perspectiva soleada y arreglos lisérgicos muta en una progresión de aires kraut totalmente alucinada. Son casi siete minutos de desvarío que, por momentos, redime cualquier defecto que puedan presentar los dos discos de Family Perfume. Pero no es la única. Por ejemplo, ‘Balance Yr Heart’ suena a psych country del mismo modo que ‘Breathe Again’ se inspira inevitablemente en los Beatles del Sgt. Peppers.
Es posible que White Fence hubiera acertado más recopilando las mejores canciones del Vol. 1 y del Vol. 2 en un solo disco que caminara hacia un horizonte taxativamente acústico. Family Perfume suena a gloria, por ejemplo, cuando encadena ‘Take Away Lifes Endless Take’, muy al estilo de los primeros Byrds, y ‘Hope! Servatude, I Have No!’ para dar paso, posteriormente, a ‘It Will Never Be’, que bien podría vertebrar nuestro imaginario y delicioso trabajo. Presley, en todo caso, parece despreciar la labor de seleccionar y catalogar, así que esparce sus aciertos y desaciertos a lo largo de dos discos.
También hay pinceladas de los Electronics Prunes o, muy especialmente, los 13th Floor Elevators (grupo canónico donde los haya) en ‘A Hermes Blues’ o ‘Hey! Roman Nose’. Si os dais cuenta, estoy hablando únicamente de las canciones del Vol. 1. No es casualidad: es notablemente más regular e interesante que el Vol. 2, que en ocasiones parece totalmente pasado de rosca. De todas formas, como os decía más arriba, es inútil resumir en un todo a Family Perfume. White Fence os invita a experimentar en dosis y en primera persona. Y así deberíais hacerlo.
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