Scissor Sisters han sido los elegidos para inaugurar las “Black XS – Excessive Sessions”, una serie de conciertos privados repartidos por ciudades claves de todo el mundo, lugares profundamente relacionados con un estilo de vida muy concreto y con un lazo irrompible con la escena musical. Hipersónica fue invitada a esta inauguración en Nueva York, donde pudimos verlos en un enclave único, la terraza de un ático a orillas del río Hudson, con tan sólo ocho o diez afortunados a apenas un par de metros de los Scissor.
Scissor Sisters y Nueva York, la única combinación posible
Un grupo como Scissor Sisters sólo podía nacer de Nueva York y con las raíces que traen cada uno de sus integrantes. Profundísima la influencia de la escena drag de Los Angeles de la que procede Ana, y de la vida gay nocturna y muy activa de la ciudad que nunca duerme. Pero eso ya lo sabéis todos los que habéis escuchado sus discos. Lo decía Ana en la entrevista que tuvimos ocasión de hacer – muy limitada, eso sí, a dos preguntas por blogger – después del concierto.
Ya puedes amar Nueva York, porque te aseguro que Nueva York no te ama.
Un extremo que es muy posible ponerlo en paralelo a esta banda. Es difícil que Scissor Sisters dejen indiferentes. Posiblemente te aburrirán soberanamente si no les encuentras el punto al rollo glam que tienen, pero si te topas con él, créeme que vas a disfrutar como un verdadero enano.
Yo fui al concierto un poco a lo Paco Martínez Soria, abrumada por la localización – por las imágenes del vídeo ‘Let’s Have A Kiki‘, creo que es el mismo espacio, para que os hagáis idea – y por la proximidad que te ofrecen ellos. En ningún momento se encaramaron a la pose de divas, sino que aceptaron las reglas del juego y se comportaron. Como nos suele gustar en estas ocasiones, para qué nos vamos a engañar.
Nueva York y Scissor Sisters son inseparables. Por muy desencantada que sonara Ms. Matronic en la entrevista sobre lo dura que es esta ciudad, es innegable que están enamorados de ella. Han bebido de la variopinta escena musical de esta magnífica urbe y de ella han tomado los elementos que mejor les han servido a la hora de construir, paso a paso, su totalmente reconocible estilo.
Son transgresores. Les encanta y se les nota. Tienen ese punto tan directo como un puñetazo en la boca del estómago, visible en las intervenciones de Ana en los conciertos que muchas veces dejan a sus compañeros con los ojos como platos y otras tantas, completamente doblados de la risa y sin tener claro cómo van a continuar. Nueva York vive de la misma manera. No es fácil, es directa, pero igual que ellos, está llena de sabor, de locura y de noches interminables donde puede pasar absolutamente de todo.
El concierto, coitus interruptus
Aunque es comprensible que no se alargara más allá por el contexto y el concepto de la sesión, es una pena que el concierto sólo fueran tres canciones. Comprensible porque después tuvimos la entrevista, una pequeña charla distendida con la gente del equipo y hay que entenderlo como una experiencia, como un todo, no sólo como un concierto de dos horas donde desmelenarte. La idea no era ésa, y lo cierto es que el todo fue sencillamente espectacular.
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Saben impresionarte. Colocar el concierto en la terraza de un loft al lado del río desde el cual dominas medio Manhattan ya es un punto a favor en lo que a primer impacto se refiere. No deja de ser un privilegio disfrutar de una banda como ésta a una distancia tan escasa, sin tener que tirarte de los pelos con el que mide metro ochenta y que se coloca siempre de una servidora – de estatura más bien reducida.
Pero vayamos al lío. De los tres temas que tocaron en el concierto, quizá el que más me impresionó fue la particular versión que hicieron de ‘Confortably Numb‘ de Pink Floyd, todo un órdago si tenemos en cuenta que es uno de los grupos más sacrosantos de la historia del rock. Y he de decir que cumplieron con todo lo necesario para hacer una versión más que digna. Sonaron bien, la acercaron a su estilo, la respetaron… Y en directo son una pasada.
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Los otros dos cortes se mantuvieron más en la línea promocional, ambos singles a los que nunca viene de más dar algo más de cancha. El primero, para ir calentando motores, fue ‘Baby Come Home‘. Desde el primer segundo fuimos incapaces de apartar la mirada de Ana, increíble el carisma y la presencia escénica que tiene esta mujer. Una encantadora de serpientes.
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Y con ‘Only The Horses‘ cerraron el miniconcierto, todo un subidón y mucho mejor sencillo que ‘Shady Love’, que aunque tenía el tirón del hype de Azealia Banks, se queda corto comparado con éste.
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Tras el concierto vino la entrevista. Dos preguntas por blogger, de las cuales al final sólo han salido tres en el vídeo que tenéis al principio de este apartado. Y por supuesto, con temas tabú como el alcohol, las drogas y el sexo. Como os imaginaréis, me quedé en blanco. Menos mal que siempre hay un par de puntos comunes a los que puedes recurrir, mucho más descafeinados, eso sí.
Contaros que “kiki“, en su jerga, no significa lo mismo que en español. Fue una de las preguntas editadas, y contó Ana, enfundada en un vestido divino, que allí es el equivalente a pasar un buen rato de charla y perreo con las amigas. Sin sexo involucrado. Al menos, no a priori.
Y después de todo, nos terminamos acercando a ellos para la típica foto de familia, y Jake tuvo el detalle de darnos la mano y agradecernos el haber ido allí. Un tío súper educado, guapísimo en la cercanía, terrible en lo que a estilismo se refiere pero que llama la atención por el grandísimo saber estar que tiene en el tú a tú. Luego, en el escenario, esos bailecillos ya son otro tema.