Sharon Van Etten estaba enamorada. Le llegó el desamor, se mudó de Tennessee a Nueva York y grabó, basado en sus antiguas demos, Because I Was in Love. “Escribo como una conversación, como contándoselo a alguien. Como terapia personal”. Quizá por eso su música ha sido escrita como la más-personal-todavía: sus canciones son un halo de sinceridad, una revisión en primera persona de sentimientos que comparte con el público. “Sería egoísta actuar con temas con los que la gente no puede identificarse”, ha llegado a decir. Después, trabajando durante el día como becaria en la discográfica que más tarde la produciría y tocando en clubs por la noche, grabó y lanzó su segunda referencia: Epic. “El primer álbum fue para aprender a grabar, el segundo, para aprender a trabajar con una banda. Este tercero estaba abierto a la colaboración”, comentaba en una reciente entrevista. Con “Tramp”, su último disco en el que se ha rodeado de amigos como los miembros de The national y The Antlers, llegó anoche a Madrid.
Sharon Van Etten apareció un poco tarde. La cita era a las diez en el Teatro Lara: no mucho antes, ella y la banda (junto a Heather Woods, al teclado, Doug Keiths, bajo y guitarra y Zeke Hutchins, batería) llegaban al lugar y hacían una pequeña prueba de sonido mientras el público esperaba, paciente y cerveza en mano cortesía de Estrella Galicia, la organizadora del evento, a entrar. Con todo listo, pasamos, dejamos los paraguas, nos sentamos y empezó la que sería una amable noche de jueves. La buena acústica del recogido y precioso Teatro Lara y su patio de butacas rojas intimaban con la genial cantautora newyorkina, que venía, en serio, muy dispuesta a hacernos pasar una buena velada.
El buen rollo y complicidad en el escenario entre los músicos era visible. Y el concierto, entre canción y canción, fue un diálogo constante con el público. Que qué bien Madrid, que qué contenta estaba, que era su primera vez aquí y que sentía el retraso. Entre conversación, intentos más que dignos de hablar en español y conversaciones con los que estábamos abajo, las canciones sonaban redondas y, mirando a los lados, era difícil encontrar a alguien sin sonreír. Van Etten tiene la capacidad de hacer de cada uno de sus temas una delicia. Acompañada por banda, con más instrumentos en escena, los temas suenan más intensos que en sus discos anteriores. Y a la vez, con más confianza. Pero no dejan de ser la dulzura, talento y esa voz folkie las que encandilan al personal: de Warsaw, Leonard’s, Kevin’s a Serpents o Give Out, el núcleo que conforma Tramp empezó, siguió y terminó con cuerpo e intensidad. “¿Cómo se dise? ¿Amor más?”. Como bis, y para cerrar esa hora deliciosa hora larga antes de salir a la lluvia que caía anoche, Sharon nos regaló Love More. Una reverencia y salida, de momento, por la pequeña puerta del Teatro Lara.
Suponemos que si en algún momento se hace muy famosa (mucho), recordaremos con cariño cuando la vimos en un sitio así de recogido y nos gustó tanto.
Fotos y texto | Analía Plaza